martes, 16 de mayo de 2017

La Paz del Seguidor de Jesús, que Él nos dio...

La paz os dejo, mi paz os doy; no os la doy yo como la da el mundo”

La Paz que Jesús nos prometió es una paz hermosa, saturada de amor, repleta de vida, capaz de lograr una vida feliz. Nuestra paz no coincide siempre con la paz que brinda Jesús. Creemos, equivocadamente, en una paz idílica, poética, hermosa, sin dolor ni sufrimientos,  sin angustias ni preocupaciones. Y la paz de Jesús es fruto del esfuerzo, del trabajo, de la entrega, de la generosidad.

La paz que Jesús nos prometió se consigue:

·         Con grandes sacrificios.
·         Que este saturada de renuncias.
·         Convive siempre con la justicia y la solidaridad.
·         Brille sólo en las personas de buena voluntad.
·         No la pueden destruir las bombas.
·         Que comience en el corazón de las personas.
·         Crezca en las familias unidas.
·         Comprometida con los más pobres.
·         Profunda en el perdón y la tolerancia.
·         Es para la salvación y la vida.
·         Es amándonos los unos a los otros.
·         Manteniéndola en medio de dificultades y conflictos.
·         Sea la conquista de los santos.
·         Sobre todo venciendo los poderes de este mundo.

El don de la paz proviene de nuestra unión con Cristo y del amor que damos a nuestros hermanos, debemos comenzar ahora mismo a sembrar la paz con los nuestros, en nuestro hogar, en nuestro puesto de trabajo, en nuestra vecindad, en todas nuestras relaciones sociales: Esa paz que se logra con nuestras palabras amables, con nuestros gestos, con nuestro trabajo, con nuestra disposición natural del ánimo o manera de ser de una persona.

Tenemos la oportunidad de hacer la paz con nuestra oración, principalmente orar por la paz del mundo no sólo con una devoción, sino como tarea fundamental de nuestro querer ser cristiano.

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