¿Qué quieres que haga por ti? Señor, que vea otra vez. (Lc 18, 35-43)
También nosotros tenemos cerrados los ojos y el corazón y pasa Jesús
para que clamemos. Tenemos que gritarle con la oración y con las obras. Debemos
pedir ayuda al Señor. San Agustín…
La historia de Bartimeo es nuestra propia historia, pues también
nosotros estamos ciegos para muchas cosas, y Jesús está pasando junto a nuestra
vida. Quizás ha llegado el momento de dejar el costado del camino y acompañar a
Jesús.
Las palabras de Bartimeo: “ Señor,
que vea”, nos pueden servir como una oración sencilla para repetirla muchas
veces cuando en nuestra vida se nos presenten situaciones que no sabemos cómo
resolver, sobretodo en cuestiones relacionadas con la fe y la vocación. En esos
momentos de oscuridad, cuando quizás la oración se hace costosa y la fe parece
debilitarse, repitamos con confianza el pedido: Señor, que vea.
Qué nosotros también veamos, Señor, cuál es tu voluntad, cuál es el
camino que debemos recorrer, que Tú nos señalas para ir a Ti.
Jesús le dijo al ciego: “Vete, tu fe te ha salvado” Y al instante
recobró la vista. Lo primero que ve Bartimeo es el rostro de Cristo. No lo
olvidará jamás. “Y le seguía por el camino”. Pidamos al Señor que sea Él siempre la luz que nos libere de
la ceguera, y que lo sigamos siempre por el camino.