lunes, 14 de noviembre de 2016

Solamente el amor nos deja ver a Jesús

¿Qué quieres que haga por ti? Señor, que vea otra vez. (Lc 18, 35-43)



También nosotros tenemos cerrados los ojos y el corazón y pasa Jesús para que clamemos. Tenemos que gritarle con la oración y con las obras. Debemos pedir ayuda al Señor. San Agustín…

La historia de Bartimeo es nuestra propia historia, pues también nosotros estamos ciegos para muchas cosas, y Jesús está pasando junto a nuestra vida. Quizás ha llegado el momento de dejar el costado del camino y acompañar a Jesús.

Las palabras de Bartimeo: “ Señor, que vea”, nos pueden servir como una oración sencilla para repetirla muchas veces cuando en nuestra vida se nos presenten situaciones que no sabemos cómo resolver, sobretodo en cuestiones relacionadas con la fe y la vocación. En esos momentos de oscuridad, cuando quizás la oración se hace costosa y la fe parece debilitarse, repitamos con confianza el pedido: Señor, que vea.

Qué nosotros también veamos, Señor, cuál es tu voluntad, cuál es el camino que debemos recorrer, que Tú nos señalas para ir a Ti.


Jesús le dijo al ciego: “Vete, tu fe te ha salvado” Y al instante recobró la vista. Lo primero que ve Bartimeo es el rostro de Cristo. No lo olvidará jamás. “Y le seguía por el camino”. Pidamos al Señor que sea Él siempre la luz que nos libere de la ceguera, y que lo sigamos siempre por el camino.