PRIMERA LECTURA
(Carta I de San Pablo a los Corintios 15,1-8.)
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SALMO
(Salmo 19(18),2-3.4-5.)
El cielo proclama la gloria de Dios
y el firmamento anuncia la obra de sus manos;
un día transmite al otro este mensaje
y las noches se van dando la noticia.
Sin hablar, sin pronunciar palabras,
sin que se escuche su voz,
resuena su eco por toda la tierra
y su lenguaje, hasta los confines del mundo.
Allí puso una carpa para el sol
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EVANGELIO
(Juan 14,6-14)
Jesús dijo a Tomás: "Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida. Nadie va al Padre, sino por mí.
Si ustedes me conocen, conocerán también a mi Padre. Ya desde ahora lo conocen y lo han visto". Felipe le dijo: "Señor, muéstranos al Padre y eso nos basta". Jesús le respondió: "Felipe, hace tanto tiempo que estoy con ustedes, ¿y todavía no me conocen? El que me ha visto, ha visto al Padre. ¿Cómo dices: 'Muéstranos al Padre'? ¿No crees que yo estoy en el Padre y que el Padre está en mí? Las palabras que digo no son mías: el Padre que habita en mí es el que hace las obras. Créanme: yo estoy en el Padre y el Padre está en mí. Créanlo, al menos, por las obras. Les aseguro que el que cree en mí hará también las obras que yo hago, y aún mayores, porque yo me voy al Padre." Y yo haré todo lo que ustedes pidan en mi Nombre, para que el Padre sea glorificado en el Hijo. Si ustedes me piden algo en mi Nombre, yo lo haré."
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COMENTARIO
(San Hilario (c. 315-367), obispo de Poitiers y doctor de la Iglesia)
Jesús dijo: «Si me conocierais a mí, conoceríais también a mi Padre. Ahora ya lo conocéis y lo habéis visto». Ven al hombre Jesucristo. Los apóstoles tienen delante de sus ojos su aspecto exterior, es decir, su naturaleza de hombre, siendo así que Dios, liberado de toda carne no es reconocible en un miserable cuerpo de carne. ¿Cómo es, pues, que conocerle sea conocer también al Padre?
Son estas palabras inesperadas las que causan turbación al apóstol Felipe...; la debilidad de su espíritu humano no le permite comprender una afirmación tan extraña... Entonces, con la impetuosidad propia de su familiaridad con Jesús y de su fidelidad de apóstol, interroga a su Maestro: « ¡Señor, muéstranos al Padre y nos basta! »... No es que desee contemplar al Padre con sus propios ojos físicos, sino que pide comprender lo que está viendo. Porque viendo al Hijo bajo forma humana, no comprende cómo, por este mero hecho, haya visto al Padre...
Y el Señor le responde: «Hace tanto que estoy con vosotros, ¿y no me conoces, Felipe?»; lo que le reprocha es que todavía ignora quién es él... ¿Por qué no le habían todavía reconocido siendo así que durante tanto tiempo le habían buscado? Es que para reconocerle, era preciso reconocer que la divinidad, la misma naturaleza del Padre, estaba en él. En efecto, todas las obras que había realizado eran las propias de Dios: caminar sobre las aguas, dar órdenes a los vientos, llevar a cabo cosas imposibles de comprender como son, cambiar el agua en vino o multiplicar unos panes..., hacer huir a los demonios, quitar enfermedades, poner remedio a males del cuerpo, enderezar a disminuidos de nacimiento, perdonar los pecados, devolver la vida a los muertos. Esto es lo que había hecho su cuerpo de carne, y todo ello le permitía proclamarse Hijo de Dios. De aquí su reproche y su queja: a través de la realidad misteriosa de su nacimiento humano, no había percibido que era la naturaleza divina la que llevaba a cabo estos milagros a través de esta naturaleza humana asumida por el Hijo.
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REFLEXIÓN
“Hace tanto que estoy con vosotros ¿y no me conoces?”
Tanto asistir a nuestros actos litúrgicos, leer los textos del Evangelio, vivir como cristianos, sentir a Jesús en muchos momentos, ser testigos durante tanto tiempo, nos preguntan y decimos “somos cristianos”… y llega el momento de verdad en creerle por cualquier circunstancia de la vida ¡y! nos olvidamos, nos confundimos, viene la desesperanza, nuestra alma se aflige; Jesús nos de nuevo se sorprende y nos dice “Hace tanto que estoy con vosotros ¿y no me conoces, <nombre>?”. Las palabras de Jesús suenan, no como un regaño, sino una gran lección, porque quizás llevamos mucho tiempo alrededor de Él, caminando a su lado, y no lo conocemos del todo. Sencillamente creemos pero no “le creemos”… ¿Dónde está nuestra fe?
Nuestra vida cristiana consiste en conocer a Jesucristo quien, por otra parte, es de una profundidad y riqueza inagotable, todos estamos llamados a ello y a través de Él, y sólo mediante Él, conozcamos al Padre, es el único camino y ese conocimiento no es intelectual sino vivencial “de vida”. Él nos comunica su vida y nos va transformando hasta el punto de poder realizar sus obras.
La Iglesia nos recuerda hoy la vida de los mártires Felpe y Santiago “apóstoles”, invitándonos a examinar nuestra vida y a descubrir cuál es nuestra relación con Jesucristo, para que nuestra conversión y en nuestro caminar como fieles, tomemos conciencia de que Jesús lo es todo, que nuestra vida, verdaderamente, comience a tener en Él su centro, su principio y su final.
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ORACIÓN
Señor Dios nuestro:
Te alabamos y te damos gracias
en la fiesta de tus apóstoles Felipe y Santiago.
Por medio de ellos
muchos llegaron a conocer
que Jesús resucitó y vive para siempre.
Hoy te pedimos que también nosotros
seamos buenos testigos de Jesús Resucitado
por la forma cómo vivimos su nueva vida,
aun cuando seamos imperfectos y débiles,
para que la gente encuentre,
por medio de nosotros,
el camino hacia el Padre.
Te lo pedimos por el mismo Jesucristo, nuestro Señor.
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