“La paz os dejo, mi paz os doy; no os la doy yo como la da el mundo”
La paz que Jesús nos prometió se consigue:
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Con grandes sacrificios.
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Que este saturada de renuncias.
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Convive siempre con la justicia y la
solidaridad.
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Brille sólo en las personas de buena voluntad.
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No la pueden destruir las bombas.
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Que comience en el corazón de las personas.
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Crezca en las familias unidas.
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Comprometida con los más pobres.
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Profunda en el perdón y la tolerancia.
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Es para la salvación y la vida.
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Es amándonos los unos a los otros.
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Manteniéndola en medio de dificultades y conflictos.
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Sea la conquista de los santos.
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Sobre todo venciendo los poderes de este mundo.
El don de la paz proviene de nuestra unión con Cristo y del amor que
damos a nuestros hermanos, debemos comenzar ahora mismo a sembrar la paz con
los nuestros, en nuestro hogar, en nuestro puesto de trabajo, en nuestra
vecindad, en todas nuestras relaciones sociales: Esa paz que se logra con
nuestras palabras amables, con nuestros gestos, con nuestro trabajo, con nuestra
disposición natural del ánimo o manera de ser de una persona.