domingo, 14 de mayo de 2017

Porqué y Como "Orar"

Orar no solo es repetir oraciones y palabras, hay que hacerlo con el corazón…

La Virgen María, durante su primera aparición el 13 de mayo de 1917, le predijo que iría pronto al cielo, pero que antes debería rezar muchos rosarios. Y eso haría el joven Francisco hasta su muerte, el 4 de abril de 1919, a causa de una gripe española que él recibió como “un don inmenso” para consolar a Cristo —“tan triste a causa de tantos pecados”, decía— para redimir los pecados de las almas y ganarse el paraíso, según informan los biógrafos.
El sitio web de referencia en Bélgica sobre las apariciones de Fátima, Fatima.beda cuenta del relato de las personas presentes durante sus últimos días:
“Un día, dos señoras conversaron con él y le preguntaron sobre la profesión que le gustaría seguir de mayor:
·         ¿Quieres ser carpintero?, preguntó una de ellas;
No, señora, respondió el niño.
·         ¿Soldado entonces?, preguntaba la otra;
No, señora.

·         ¿Quizás médico?
Tampoco.
·         Entonces ya sé lo que te gustaría ser: ¡sacerdote! Decir misa, confesar, predicar… ¿a que sí? No, señora, no quiero ser sacerdote.
·         Bueno, entonces ¿qué quieres ser?
No quiero nada. ¡Quiero morir e ir al Cielo!”.
“Era una decisión firme”, confiesa Antonio, padre de Francisco. Dos días antes de su muerte, Francisco pide hacer su primera comunión y confiesa a su hermana pequeña Jacinta: “Hoy soy más feliz que tú porque tengo a Jesús en mi corazón”.
A las diez de la noche, antes de expirar, dijo a su madre: “¡Mira mamá, esa hermosa luz junto a la puerta!”, con una bella sonrisa angelical, sin sufrimiento ni quejas. El jovencito solo tenía 11 años. La Madre de Jesús se lo había prometido: vendría por él si rezaba mucho el rosario.
“Lo rezaba nueve veces al día y había hecho sacrificios heroicos” para evitar los pecados. Y cuando no le quedaban energías para recitarlo —“¡Oh, mamá! ¡Ya no me quedan fuerzas para decir el Rosario, y los Ave María que digo suenan vacíos!”, decía el muchacho, entonces su madre consolaba su alma llena de amargura diciéndole: “Si no puedes recitar el Rosario con los labios, dilo con el corazón. Nuestra Señora también lo escucha así ¡y estará igual de contenta!”.
Los restos de Francisco permanecieron en el cementerio parroquial hasta el 13 de marzo de 1952, día en el que fueron transferidos a la capilla a la derecha del altar mayor de la basílica de Nuestra Señora del Rosario en Fátima. Justo frente a los restos de su hermana pequeña, depositada allí el 1 de mayo de 1951, un año antes. Junto a ellos, los restos de su prima, sor Lucía, depositados el 19 de febrero de 2006.