viernes, 30 de junio de 2017

“Caminemos en la presencia de Dios”


Cuando Abrahám tenía noventa y nueve años, se le apareció el Señor y le dijo: «Yo soy el Dios Saday. Camina en mi presencia con lealtad.» Dios añadió a Abrahám: «Tú guarda mi pacto, que hago contigo y tus descendientes por generaciones. Éste es el pacto que hago con vosotros y con tus descendientes y que habéis de guardar: circuncidad a todos vuestros varones.»
Dios dijo a Abrahám: «Saray, tu mujer, ya no se llamará Saray, sino Sara. La bendeciré, y te dará un hijo, y lo bendeciré; de ella nacerán pueblos y reyes de naciones.»
Abrahán cayó rostro en tierra y se dijo sonriendo: «¿Un centenario va a tener un hijo, y Sara va a dar a luz a los noventa?»
Y Abrahám dijo a Dios: «Me contento con que te guardes vivo a Ismael.» Dios replicó: «No; es Sara quien te va a dar un hijo, a quien llamarás Isaac; con él estableceré mi pacto y con sus descendientes, un pacto perpetuo. En cuanto a Ismael, escucho tu petición: lo bendeciré, lo haré fecundo, lo haré multiplicarse sin medida, engendrará doce príncipes y haré de él un pueblo numeroso. Pero mi pacto lo establezco con Isaac, el hijo que te dará Sara el año que viene por estas fechas.» Cuando Dios terminó de hablar con Abrahám, se retiró. (Gén 17, 1. 9‑10. 15‑22.)


En aquel tiempo, al bajar Jesús del monte, lo siguió mucha gente.
En esto, se le acercó un leproso, se arrodilló y le dijo: «Señor, si quieres, puedes limpiarme.» Extendió la mano y lo tocó, diciendo: «Quiero, queda limpio.» Y en seguida quedó limpio de la lepra. Jesús le dijo: «No se lo digas a nadie, pero, para que conste, ve a presentarte al sacerdote y entrega la ofrenda que mandó Moisés.» (Mt 8, 1-4)

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Dos hechos de FE…. Abrahán y el Leproso…

Dios no se cansa de buscarnos, es fiel al hombre que Él mismo ha creado y redimido, siempre permanece cercano a nuestra vida, porque nos ama. Esta es una certeza que nos debe acompañar cada momento, cada día, por ello, no debemos olvidar que el camino que conduce al conocimiento y al encuentro con Dios es el camino de la fe. Cuanto más firme sea nuestra fe más unidos estaremos a Dios, más abiertos estaremos a su gracia, y, a la fortaleza de la caridad.

Evitemos, pues, confundir la fe con un mero sistema de creencias y de valores. Porque creer significa aceptar la verdad de Dios, que se ha revelado en la historia de cada hombre, deseoso de comunicarse con nosotros de tú a tú en una relación de amor con Él.


El fundamento de nuestra vida está en nuestro encuentro con Dios, por medio de Cristo Jesús.

martes, 27 de junio de 2017

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos


En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «No deis lo santo a los perros, ni les echéis vuestras perlas a los cerdos; las pisotearán y luego se volverán para destrozaros. Tratad a los demás como queréis que ellos os traten; en esto consiste la ley y los profetas. Entrad por la puerta estrecha. Ancha es la puerta y espacioso el camino que lleva a la perdición, y muchos entran por ellos. ¡Qué estrecha es la puerta y qué angosto el camino que lleva a la vida! Y pocos dan con ellos». (Mt 7, 6.12-14).

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Jesús se refiere al cuidado de “lo santo”. “No deis lo santo a los perros, ni les echéis vuestras perlas a los cerdos”. Son palabras duras, en las que Jesús nos advierte del sumo respeto que debemos tener a “lo santo”, a todo lo relativo a él. Si vemos que el ambiente no es propicio para escuchar, para celebrar su buena noticia… mejor guardar silencio para que nadie la denigre, la pisotee. Y nos dice: “tratad a los demás como queréis que ellos os trate”, para referirnos como a la luz de la vida de Cristo, a la luz de su mandamiento universal del amor, incluso el amor a los enemigos.

También nos habla de la puerta estrecha y de la puerta ancha y del doble camino, el que conduce a la vida y el que conduce a la perdición. El cristiano, el seguidor de Jesús, en su vivir diario, se enfrenta a la decisión de qué puerta y de qué camino elegir. Jesús nos invita a transitar por su camino, el que le llevó a la resurrección, pasando por la cruz, renunciando a todo aquello que le apartase del camino del amor, del perdón de la limpieza de corazón, de la verdad, de la justicia, de la entrega de la vida.

jueves, 22 de junio de 2017

Padre Nuestro "Tu que estas en los cielos"


En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Cuando recéis, no uséis muchas palabras, como los gentiles, que se imaginan que por hablar mucho les harán caso. No seáis como ellos, pues vuestro Padre sabe lo que os hace falta antes que lo pidáis. Vosotros rezad así: "Padre nuestro del cielo, santificado sea tu nombre, venga tu reino, hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo, danos hoy el pan nuestro de cada día, perdónanos nuestras ofensas, pues nosotros hemos perdonado a los que nos han ofendido, no nos dejes caer en la tentación, sino líbranos del Maligno." Porque si perdonáis a los demás sus culpas, también vuestro Padre del cielo os perdonará a vosotros. Pero si no perdonáis a los demás, tampoco vuestro Padre perdonará vuestras culpas.» (Mt 6, 7-15).

Esta Oración que Jesús nos enseñó, debe ser una Oración sencilla y de profunda convicción de agradecimiento a Dios, no la convirtamos en ese pedir constante que nos ocurre por nuestros problemas de solo pedir, nos encontramos perturbados, afligidos, que no tenemos salidas, que no podemos,… Que con ella nos comuniquemos en lo más íntimo de nuestro ser con Jesús, que podamos ir cambiando nuestra forma de actuar, que de verdad los demás sientan que estamos dispuesto a vivir con el mundo a  aceptar a los demás tal cual son y que ven en nosotros que hay cambios, que los noten, aunque sencillos, sean cambios de verdad y ayuden a los demás con el ejemplo de vida cristiana…


No nos perdamos en palabrería y artificios. Recojamos nuestra vida y nuestros instantes íntimos para hablar con Dios, en la intimidad o en comunidad, dando sentido a nuestras plegarias. Especialmente repitiendo estas palabras que Jesús nos enseñó: Padre nuestro. Todo está en tus manos y todo depende de ti, engrandece tu Nombre sobre la tierra a través de nuestras manos inexpertas. Porque Dios como Padre nos conoce y nos auxilia, nos perdona y conduce nuestros pasos cuando humildemente lo pedimos con fe. Y le pedimos con fe, cuando somos capaces también nosotros de llevar ese amor de Dios a todos los hermanos. “Si no perdonamos a los demás, tampoco Nuestro Padre perdonará nuestras culpas”.


Leer en voz alta el padrenuestro así como está escrito y se puede estar seguro que así se pronuncia. Si estuviera escrito en letra hebrea-aramea no sabríamos como pronunciar la oración.

El único problema que le encontramos es que no se ha marcado la sílaba que lleva el acento.

Las consonantes "sh" se pronuncian como la "sh" en inglés.
Es como nuestra "che" pero sin la asonancia de la "t".
Aparece también el signo’. Este quiere evitar que pronuncie como una las dos letras sino hacer una mínima pausa al pronunciar.
La "j" se pronuncia como nuestra jota de manera gutural.
La "w" quiere evitar que usted pronuncie "b".
  
Así que recemos juntos:
  
ABUNA DI BISHEMAYA
Padre nuestro que estás en el cielo,

ITQADDASH SHEMAK,
santificado sea tu nombre,

TETE MALKUTAK
venga a nosotros tu reino,

TIT'ABED RE'UTAK
hágase tu voluntad

KEDI BI SHEMAYA KAN BA AR'A
en la tierra como en el cielo.

LAJMANA HAB LANA SEKOM YOM BEYOMA
Danos hoy nuestro pan de cada día,

U SHEBOK LANA JOBEINA
perdona nuestras ofensas

KEDI AF ANAJNA SHEBAKNA LEJEIBINA
como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden,

WEAL TA'ALNA LENISION,
no nos dejes caer en la tentación

ELA PESHINA MIN BISHA.
y líbranos del mal.

lunes, 19 de junio de 2017

Demos prueba de que somos servidores de Dios.


 
Hermanos: Como cooperadores suyos que somos, os exhortamos a no echar en saco roto la gracia de Dios. Porque él dice: “En el tiempo de la gracia te escucho, en el día de la salvación te ayudo”. Pues mirad: ahora es el tiempo de la gracia, ahora es el día de la salvación. Para no poner en ridículo nuestro servicio, nunca damos a nadie motivo de escándalo; antes bien, continuamente damos prueba de que somos servidores de Dios con lo mucho que pasamos: luchas, infortunios, apuros, golpes, cárceles, motines, fatigas, noches sin dormir y días sin comer; procedemos con limpieza, saber, paciencia y amabilidad; con los dones del Espíritu y con amor sincero, llevando el mensaje de la verdad y la fuerza de Dios. Con la derecha y con la izquierda empuñamos las armas de la salvación, a través de honra y afrenta, de mala y buena fama. Somos los impostores que dicen la verdad, los desconocidos conocidos de sobra, los moribundos que están bien vivos, los sentenciados nunca ajusticiados, los afligidos siempre alegres, los pobres que enriquecen a muchos, los necesitados que todo lo poseen
. (2 Cor 6, 1-10).

Cuando tú me acompañas me transformas en sentenciado pero nunca ajusticiado, afligido siempre alegre, en pobre que enriquece a muchos, también en necesitado que todo lo posee. Porque tu colocas en mis manos las armas de la fe, el amor y la esperanza para vivir en fuerzas, permanecer en pie, soportar las dificultades y animándome a continuar sin desfallecer. Gracias Señor por hacerme entender que no me deseas verme en conflicto ni mucho menos con el corazón lleno de ira. Porque quien pelea muestra lo vacío que puede estar de ti. Amén.

Continuamente demos prueba de que somos servidores de Dios con lo mucho que pasamos…

sábado, 17 de junio de 2017

El Señor es compasivo y misericordioso


Salmo (102)


Bendice, alma mía, al Señor, y todo mi ser a su santo nombre. Bendice, alma mía, al Señor, y no olvides sus beneficios.

Él perdona todas tus culpas y cura todas tus enfermedades; él rescata tu vida de la fosa y te colma de gracia y de ternura.

El Señor hace justicia y defiende a todos los oprimidos; enseñó sus caminos a Moisés y sus hazañas a los hijos de Israel.


El Señor es compasivo y misericordioso, lento a la ira y rico en clemencia; como se levanta el cielo sobre la tierra, se levanta su bondad sobre sus fieles.
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Estas palabras nos deben resonar en nuestra alma y nuestros labios darle esa melodía.

Dios. Antes que juez severo, es padre compasivo; no condena, sino que salva; no nos envía desgracias, sino ternura; no se enoja, sino que tiene una infinita paciencia con nosotros.

Cuando oímos y decimos que Dios es distante, que no se ocupa de nosotros, que, incluso, se ríe y juega con el mundo; o bien que es cruel y nos somete a duras pruebas, estamos consistiendo que somos una triste caricatura de Dios, ¡tan errónea! Qué lejos este Dios deformado y espantoso del Dios de la vida, del Dios de Jesús de Nazaret, del Dios que no espera nuestra búsqueda, sino que sale a nuestro encuentro y se revela, porque le conmueve nuestro dolor y no puede resistir vernos sufrir más…

Pero Dios está ahí, sufriendo con los que sufren, ayudando con los que ayudan, alentando la fuerza de los que luchan por sobrevivir y rescatar la belleza de la vida. Dios nunca se alejó. En todo caso, podríamos preguntar: ¿no seremos nosotros los que nos hemos alejado de Él?

Dios es nuestra vida. Él nos libera, de la enfermedad del cuerpo y del alma; él nos da alegría, fuerza, inteligencia, capacidad para discernir. “Como se levanta el cielo sobre la tierra, se levanta su bondad sobre sus fieles”… Como el sol, que luce para todos, así brilla el rostro de Dios sobre nosotros. ¿Por qué especifica el salmo “sobre sus fieles”? Porque, aunque su amor es para todos, es cierto que no todos sabrán o querrán verlo. Siempre hay quien rechaza la luz… Y a veces necesitamos esos momentos de tiniebla, de tropiezo, de intenso dolor interior, para darnos cuenta de que hemos de cambiar de rumbo y buscar esa luz que se nos ofrece, gratuita, generosamente. En el momento en que giramos nuestro rostro hacia Dios, ha comenzado nuestra conversión.

Aleluya, aleluya.
“Inclina, Dios mío, mi corazón a tus preceptos y dame la gracia de cumplir tu voluntad”.

Vídeo; El Señor es Compasivo



Fuentes Consultadas: Joaquín Iglesias Aranda

viernes, 9 de junio de 2017

Alaba, alma mía, al Señor.

Alaba, alma mía, al Señor: alabaré al Señor mientras viva, tañeré para mi Dios mientras exista. (Sal. 145)
  


Sentir esta exclamación como algo natural en nuestra relación con Dios: ¡Qué grande eres!, ¡Qué bueno!, ¡Qué bello!, ¡Nada hay como tú!, ¡Nadie puede compararse a ti!… La alabanza surge ante la grandeza y santidad de Dios que se ofrece benevolente y gratuitamente a nosotros. Debemos sentir así a Dios.

El que me ama cumplirá mi palabra, y mi Padre lo amará y haremos en él nuestra morada, dice el Señor.
Aleluya.



jueves, 8 de junio de 2017

Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad


Como está escrito en mi libro: «Para hacer tu voluntad». Dios mío, lo quiero, y llevo tu ley en las entrañas. (Sal 39).

  

Como está escrito en mi libro: «Para hacer tu voluntad». Dios mío, lo quiero, y llevo tu ley en las entrañas. (Sal 39).

Porque hacer tu voluntad implica hacer y ser como tú quieres y permanecer en Ti pase lo que pase... como decimos en la oración del Padrenuestro y así se lo dijiste Tu a tu amado Padre en el Huerto de los Olivos, que se haga Tu voluntad y no la mía.

Papa Benedicto XVI habló de que la clave está en buscar un equilibrio, una suerte de comunión de voluntades: “Que tu voluntad, Señor, sea la mía; que mi voluntad, Señor, sea siempre hacer la tuya”.
Pidamos al Señor que en cada día de la vida, tengamos la gracia de lograr en lo profundo de nuestro agradecido corazón esa “comunión de voluntades” que tanto bien nos puede hacer.


miércoles, 7 de junio de 2017

Señor, instrúyeme en tus sendas.

Señor, enséñame tus caminos, instrúyeme en tus sendas, haz que camine con lealtad; enséñame, porque tú eres mi Dios y Salvador. (Sal 24).

 

A Dios le gusta la humildad, “porque Dios es suma Verdad, y la humildad es andar en verdad” (Santa Teresa). La vida nos presenta a menudo suficientes situaciones para instalarnos en la soberbia, para creernos mejores que los demás. Pero la vida nos ofrece también muchas oportunidades para ser humildes. La oración es una de ellas. Nos pone como discípulos ante Jesús. Lo que cuenta no es cómo nos vemos nosotros o como vemos a los demás; lo que cuenta es cómo nos ve y cómo nos quiere Dios.


Pidamos hoy al Señor la gracia de ser humildes para aceptar que Dios siempre es más grande y más poderoso que nosotros, aunque no sea fácil.

domingo, 4 de junio de 2017

Pentecostés

“Al llegar el día de Pentecostés, estaban todos reunidos en un mismo lugar. De repente vino del cielo un ruido como el de una ráfaga de viento impetuoso, que llenó toda la casa en la que se encontraban. Se les aparecieron unas lenguas como de fuego que se repartieron y se posaron sobre cada uno de ellos; quedaron todos llenos del Espíritu Santo y se pusieron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les concedía expresarse. Había en Jerusalén hombres piadosos, que allí residían, venidos de todas las naciones que hay bajo el cielo”. Hechos de los Apóstoles 2, 1-5


Según el Catecismo de la Iglesia Católica, el Espíritu Santo es la "Tercera Persona de la Santísima Trinidad". Es decir, habiendo un sólo Dios, existen en Él tres personas distintas: Padre, Hijo y Espíritu Santo. Esta verdad ha sido revelada por Jesús en su Evangelio.
El Espíritu Santo coopera con el Padre y el Hijo desde el comienzo de la historia hasta su consumación, pero es en los últimos tiempos, inaugurados con la Encarnación, cuando el Espíritu se revela y nos es dado, cuando es reconocido y acogido como persona. El Señor Jesús nos lo presenta y se refiere a Él no como una potencia impersonal, sino como una Persona diferente, con un obrar propio y un carácter personal.  Referencia: Aciprensa
En María Vemos a la primera Cristiana y a la primera recibidora del Espíritu Santo.

jueves, 1 de junio de 2017

Que sean completamente uno

Que todos sean uno —dice el Señor—, como tú, Padre, en mí, y yo en ti, para que el mundo crea que tú me has enviado. (Jn 17, 20-26).


En este texto hay un deseo muy especial de Jesús: que sus discípulos sean uno como el Padre y el él son uno. Jesús habla de la unidad. Pero no es una unidad cualquier la que se tiene que vivir en la comunidad de sus discípulos, en la Iglesia. Tiene que ser una unidad como la que él vive con el Padre, con su Abbá. https://rsanzcarrera2.wordpress.com/2011/06/03/abba/
En nuestro mundo se habla mucho de unidad y pocas veces se consigue habiendo formas diversas de conseguir la unidad, todos funcionan bien unidos, con gran disciplina,  a base de autoridad clara, de una línea de mando que todos saben que tienen que obedecer, sin protestar, faltas a esta autoridad hay sanciones severas; Y esta no es la unidad que nos pide Jesús a los que le seguimos. 
Porque unidad no es uniformidad. No significa que todos tengamos que pensar igual, que vestir igual, que hacer y decir las mismas cosas. Eso podría ser un grupo de autómatas pero nunca la comunidad de Jesús. 
La comunidad de Jesús tiene que vivir la unidad al estilo de la relación que hay entre el Padre y el Hijo. Lo primero que hay que decir es que esa unidad no se basa en la disciplina ni en el temor a la sanción. Es una unidad que florece como consecuencia del amor mutuo, de la donación total del uno al otro. Lo segundo es que una unidad que florece en la tierra de la libertad. Hay que recordar aquello que decía Pablo: “Para ser libres nos liberó el Señor”. 
Por tanto, tenemos que construir nuestra unidad en el amor y en la libertad. Y no hay más instrumento que el diálogo, la escucha, la empatía, el trato personal. La unidad no se construye desde ya a golpe de orden y autoridad. Se va haciendo poco a poco. Es proyecto más que realidad. Es tarea de todos a partir siempre del respeto al otro. Es don ciertamente pero también es compromiso y esfuerzo de todos. 
Jesús oró para que esa unidad se realizase en su Iglesia. Ahora es tarea nuestra hacerla realidad. Para que en esta casa del reino nadie quede fuera, excluido, y todos nos sintamos miembros de la única familia de Dios.

Referencia: Comentarios de Fernando Torres….